“¡Cuán amables son tus moradas, oh Jehová de los ejércitos! Anhela mi alma y aun ardientemente desea los atrios de Jehová; Mi corazón y mi carne cantan al Dios vivo”. (Salmos 84:1-2 RVR1960).
Que rico es leer la Palabra, cómo disfruto alabar, que bendición es entrar a la Casa de Dios; cuando has probado la gracia de Dios no deseas otra cosa.
¡Bendiciones!
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