“¡Cantemos a Dios un nuevo himno! ¡Él hace grandes maravillas! Con su brazo santo y poderoso, venció a sus enemigos. Todo el mundo ha presenciado el triunfo de nuestro Dios". (Salmos 98:1-2 TLA).
Haciendo gala de su poder, salva a su pueblo, y ¡todo el mundo es testigo!
La adoración tiene que ver con lo que Dios es, nos salve o no es Dios y es digno de adoración.
Pero la alabanza está directamente ligada a sus obras: ¡ES UN DIOS QUE SALVA!
Y le alabamos por sus obras, presumimos de sus obras, nos jactamos al ver sus maravillas; cuando los israelitas salieron del Mar Rojo, María no se aguantó las ganas y agarró el pandero y comenzó a cantar y danzar, exaltando las obras de Dios.
La alabanza nace de un corazón agradecido, que ha visto el ¡poder de Dios!
¿Has visto la mano de Dios salvándote?
Entonces, levanta un cántico nuevo y ¡alábale con todo el corazón! Porque mayores cosas verás, apenas estamos ¡comenzando!
Bendiciones.
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