“Pero si ellos hubieran estado en mi secreto, habrían hecho oír mis palabras a mi pueblo, y lo habrían hecho volver de su mal camino, y de la maldad de sus obras”. (Jeremías 23:22 RVR1960).
En una reunión íntima con Dios, en el secreto del corazón de Dios, ahí es donde quiero estar.
Jeremías vivía en tiempos muy difíciles, donde el pueblo de Dios se había corrompido, viviendo en egoísmo, oprimiendo al prójimo, aprovechándose del pobre, adorando ídolos y sirviendo a baal.
El mensaje del profeta Jeremías era al arrepentimiento, era un mensaje duro, donde le hablaba al pueblo lo que sucedería si no se volvían al Señor, por esta razón su mensaje no era bien recibido, fue encarcelando y rechazado, la gente quería escuchar un mensaje más dulce.
Los profetas contemporáneos a Jeremías no querían ser rechazados también, no estaban dispuestos a pagar el precio, querían popularidad, ser aceptados por eso "endulzaban el mensaje:
“Así ha dicho Jehová de los ejércitos: No escuchéis las palabras de los profetas que os profetizan; os alimentan con vanas esperanzas; hablan visión de su propio corazón, no de la boca de Jehová”. ( Jeremías 23:16 RVR1960).
No somos llamados a ser populares, sino hablar la Palabra de Dios, a proclamar lo que Dios dice en la cámara secreta, un mensaje que acerca al pueblo a una relación íntima con Dios, un mensaje que lleva a una vida de adoración y entrega.
En el secreto de Dios, es donde quiero habitar.
Bendiciones.
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