“Al oír esto, se compungieron de corazón, y dijeron a Pedro y a los otros apóstoles: Varones hermanos, ¿qué haremos?” (Hechos 2:37 RVR1960).
No fue la predicación de Pedro, fue el Espíritu hablando; podemos ver un cambio total en la conducta de Pedro, después de la crucifixión lo vemos temeroso, escondido, llevando a los discípulos a pescar, vemos un Pedro inseguro y temeroso, una vez que recibe el Espíritu Santo, cambia por completo.
¿Has deseado tener esa transformación?
Deja todo, dobla tus rodillas ahora, levanta tus manos y dile al Señor: lléname de tu Espíritu, y ¡deja que fluya de tu interior ese río de agua viva!
Es el tiempo del Espíritu Santo, has a un lado tus manuales, quita los ídolos (los súper predicadores) deja que el Espíritu te guíe, te enseñe y muestre su poder.
Vive cada día una aventura, en cada necesidad deja que el Espíritu te guíe, te enseñe, consuele, capacite y levante.
¡TU TIEMPO HA LLEGADO!
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