“Jesús sabía que el Padre le había dado poder sobre todo, y sabía que había venido de Dios e iba a regresar a él”. (Juan 13:3 PDT).
Jesús sabía quién era, no tenía necesidad de reconocimiento, no le importaba el status social; por ello podía lavar los pies de los discípulos sin que le afectará emocionalmente.
VEÍA LA NECESIDAD. Los pies se ensucian por caminar en los caminos polvosos, era difícil mantener los pies limpios; has sentido que quieres mantener tu corazón limpio, pero cuando menos esperas, estás enojado, con sentimientos de amargura. Por ello es importante que Jesús continúe lavando nuestros pies.
ASÍ COMO TÚ LUCHAS, LOS DEMÁS LUCHAN. Si al menos conocieras la historia detrás de cada persona, te sorprenderías, los abrazarías, y tendrías mucha más paciencia. Hay tantas personas que están luchando y les cuesta trabajo mantener sus pies limpios en estos caminos polvosos de la vida; hay personas sufriendo, cuando veas pies sucios, no los juzgues, no critique ni condenes.
CÍÑETE UNA TOALLA Y LAVA LOS PIES DE TU HERMANO.
Vuélvete parte de la solución, no del problema, allana el camino, hazle fácil el caminar, ayuda, anima, abraza, bendice, una sonrisa, una palabra amable puede ser una forma actual de lavar los pies.
Dios te ha llamado a servir, no a ser popular, que ver pies lavados sea tu recompensa, no importa que no te reconozcan, tú sabes quien eres: UN SIERVO DE DIOS.
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