“El SEÑOR rescatará primero a las familias de Judá para que la familia de David y los habitantes de Jerusalén no se crean más importantes que Judá”. (Zacarías 12:7 PDT).
Cada persona tiene el mismo valor delante de los ojos de Dios, tanto valía un habitante del pueblo, que un descendiente de David.
¿Esto a qué reflexión te lleva?
A mi hace pensar muchas cosas.
1. DIOS ESCUCHA CADA ORACIÓN, no es más poderosa la oración de el “gran predicador” que el hermano que vive en lo más recóndito de la sierra; cuando doblas tus rodillas para orar no ve primero tu récord, no cuenta tus likes, no mira tu apellido, ve tu fe, tu disposición, ve un hijo suyo con una necesidad. ¿A cuál de tus hijos amas más? ¡Exacto! Por más desordenado que sea tu hijo, cuando lo ves en apuros, corres en su ayuda.
2. NO HAY MINISTERIOS DE PRIMERA Y DE SEGUNDA, no es más importante el que canta que el que barre, en el mundo hay niveles, en el Reino de Dios TODOS, tenemos el mismo valor: ¡LA SANGRE DE CRISTO! Y tan importante es la labor del que predica, como el que enseña a los niños, como el que está sentado, porque todos hacemos una labor dentro del Reino de Dios, y para Dios todos somos importantes.
3. NO DEBEMOS HACER DIFERENCIA, Santiago habla de una forma muy clara respecto a este tema:
“Y supongan que ustedes dan especial atención al que está bien vestido y le dicen: «Tome asiento, aquí hay un buen lugar» y le dicen al pobre: «Usted quédese parado allí» o «Siéntese en el suelo»”. (Santiago 2:3 PDT).
Trata a cada persona de la misma manera, Cristo murió por cada uno de nosotros, por el pobre igual que por el rico, la iglesia es un reflejo del amor de Dios, ASÍ SE VIVE EN EL REINO DE DIOS.
En el Reino de Dios, no hay rico o pobre, blanco negro o amarillo, no hay diferencia entre hombre o mujer, un solo Espíritu, un solo sentir EL AMOR DE DIOS!!
Bendiciones,
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