“Cuando subieron del agua, el Espíritu del Señor se llevó a Felipe, y el funcionario no lo volvió a ver; pero siguió su camino lleno de alegría”. (Hechos 8:39 DHHDK).
Era un alto funcionario con hambre de la Palabra, con un deseo profundo de conocer a Dios, leía aunque no entendía, no le importaba, el continuaba leyendo y Dios proveyó un camino de revelación, Dios le provee a Felipe para llevarlo al conocimiento y entendimiento del plan de redención.
Cuando tienes el deseo de conocer a Dios, de empaparte de su Palabra Dios pondrá los medios para que le conozcas, y te dará el conocimiento y la revelación, demos gracias a Dios por la bendición tan grande que podemos tener un grupo de personas que amamos la Palabra.
Sin embargo el origen de la felicidad no estaba en Felipe, sino en la Palabra, a veces repito mucho, porque creo que es “muy, muy importante” que el origen de nuestra felicidad no está en escuchar a un predicador, muchas veces le damos demasiada importancia al predicador más que a la Palabra, y eso es idolatría; en la Palabra leemos: POR SU LLAGA SOMOS SANADOS, y esa promesa tiene poder, sin importar quien la diga, el gran predicador que llena estadios o un pastor de la sierra que tiene diez miembros.
El funcionario siguió su camino alegre a pesar de que Felipe ya no estaba, gracias a Dios por todas las personas que nos enseñan y sirven a Dios con todo su corazón, pero la fuente de mi alegría es Cristo.
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